«Un sacerdote franco parlante de paso en Medjugorje, amigo mío de larga data, nos contó un acontecimiento sorprendente que puede llevarnos a la reflexión sobre el santo misterio de la Misa y lo que sucede en lo invisible. Cierto día en el que estaba celebrando en su parroquia y que oraba por los difuntos de acuerdo al rito del misal, un hombre vestido de civil se colocó a su lado. Nuestro amigo estaba muy sorprendido, porque no se trataba de un sacerdote concelebrante. En un primer momento, el sacerdote se turbó, preguntándose qué hacía ese hombre allí. Pero comprendió rápidamente el propósito de su presencia, porque de inmediato el hombre le suplicó: “¡Padre, ore por mí! ¡Ore por mí!” Luego le dijo su nombre y apellido: me llamo xxx xxx (conservamos el anonimato). Inmediatamente el sacerdote oró por él en voz alta, mencionando su nombre y apellido, como cuando se ofrece una misa por un difunto. Y el hombre desapareció.

El sacerdote comprendió que se trataba de un alma sufriente del Purgatorio. Nadie en la asamblea había visto a este hombre, sólo el sacerdote quien prosiguió y terminó la Misa con sencillez. Pero después de la celebración, un hombre se acercó a nuestro amigo y, muy emocionado, le dijo: “Usted oró por mi hijo mencionando su nombre. ¿Sabía de su suicidio?”.

Aquel día este sacerdote experimentó una gran consolación. 

¡Esto es muy revelador! Que sacerdotes o laicos vean a almas del Purgatorio o simplemente las oigan, no tiene nada de sorprendente. El sacrificio de la Misa es un misterio muy profundo que une la Tierra con el Cielo y al Cielo con la Tierra. ¡Las almas de los difuntos necesitan nuestra ayuda! Por gracia de Dios, en ciertas oportunidades estas almas se manifiestan para pedir nuestra oración. Ofrecerles nuestros sufragios es un acto de amor hacia ellas que las ayuda a ingresar más rápidamente al Cielo (PS 2). No olvidemos que, para un alma, los más pequeños sufrimientos de purificación en el Purgatorio son más dolorosos que los mayores sufrimientos aquí en la Tierra. ¡Por ello es urgente que las ayudemos!

¡Sólo tengo un alma, corrompida por el modernismo! Nuestra sociedad esconde cada vez más la realidad del alma y de su carácter eterno. ¡Qué desperdicio! Es por ello que la Virgen María nos recuerda: Comprendo sus sufrimientosy sus penas, y con mi amor maternal enjugo sus lágrimas. Confíen en mi Hijo porque Él hará por ustedes lo que ustedes no sabrían siquiera pedir. Ustedes, hijos míos, sólo deben preocuparse por su alma porque es lo único que les pertenece en esta Tierra. Sucia o limpia, la tendrán que presentar ante el Padre Celestial” (2-07-2016)»

© Children of Medjugorje del mes de octubre de 2023

Sor Emmanuel

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