Les comparto mi libro: Dios perdona, pero también castiga
(El perdón es a la Misericordia lo que el castigo es a la Justicia)

Dios es un Juez justo que premia el bien y castiga el mal. Este libro procura mostrar las características de la maravillosa y adorable Justicia de Nuestro Señor, fundamentándose en las Escrituras, Magisterio y Tradición de la Iglesia, con aportaciones de Libros de Teología Dogmática con aprobación eclesiástica Nihil Obstat.

Se incluye además mensajes de revelaciones privadas aprobadas por la Iglesia como la Virgen de Fátima, Akita o Jesús de la Divina Misericordia.

Si solo adoramos la Misericordia de Dios y no adoramos su Justicia entonces no estaremos sino adorando a una caricatura de Dios. Tengamos pues la debida actitud ante Nuestro Señor que es tanto Misericordia como Justicia

Es lo mismo si alguien pregunta, Dios hizo el bien y el mal,,,
como le respondes??, obviamente nuestra libertad nos permite hacer lo que quisieramos, pero si nos alejamos de Papá Dios, entonces obviamente hacemos el mal y el efecto será el mal... Entonces la corrección fraterna debe existir de parte nuestra, pero siempre nos llama,,, porque al final tendremos un juicio particular y luego final..

Y eso si debe enseñarse que si no te arrepientes obviamente tendras que responder a tu muerte...

En mi mal está implicado también el castigo mismo; no viene del corazón, viene de la
lógica de mi acción, y así puedo entender que he estado en oposición con mi verdad, y estando en oposición con mi verdad estoy en oposición con Dios, y debo ver que la
oposición con Dios es siempre autodestructiva, no porque Dios me destruya, sino porque el pecado destruye” (Cardenal Joseph Ratzinger, que luego sería Benedicto XVI)

El demonio y los ángeles malos no quisieron darle gloria a Dios y se apartaron de Él. El demonio quiere que tengamos a Dios como enemigo, que lo culpemos por los males, que pensemos que son sus castigos. Los males son consecuencia de nuestros pecados: por el pecado entró el mal en el mundo. Es el precio de la libertad mal usada. Dios sabía de ese riesgo pero nos hizo libres para poder amarle libremente y para volver a su amor con su misericordia. Dios no quiere el mal ni como fin ni como medio: no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Su bondad supera todo mal... y aunque no comprendamos sus designios nos pide que nos abandonemos en Él como un hijo pequeño en manos de su padre. No temamos, confiemos y amemos. Con su Proviencia, dispone todo para el bien de los que le aman. Pidamos a Dios que nos dé fe y confianza en Él.

Algo o alguien no puede ser y no serlo, esto seria un sofisma, es decir contradictorio. Dios no puede amar y castigar, por que el castigo es buscar algo malo pra alguien , Dios permite las consecuencias pero no las manda, y aun asi cuando sufrimos las consecuencias esta con nosotros para poder superarlas. Por ejemplo cuando comemos mucho nosda indigestion, y nos sentimos mal y le pedimos ayuda por tal dolor, entonces nos ayuda apensar en tomar algo para calmar el dolor. Dios es bondad pero nos deja libre y si nosotros no queremos hacerle caso y deseamos hacer lo contrario no puede obligarnos a hacer lo bueno que El quiere que hagamos para nuestro bien. Entonces sufrimos las consecuencias. Saludos.

Es que DIOS no castiga, y también DIOS castiga.
No podemos negar la existencia del infierno y del purgatorio, y que DIOS hace brillar el Sol sobre justos e injustos.
Es un tema que se debe tratar siempre en virtud de la salvación de las Almas. Y tener cuidado de no pretender diluir el Temor de DIOS, que es una virtud que nos ayuda a llegar al cielo. Temor de ofenderlo, pero ante nuestra propia indiferencia, es necesaria la conciencia del castigo que nos espera y no nos convertimos.
Es cierto, desde el punto de vista puramente material, todo el mundo se enferma, pecadores y justos. Pero también toda enfermedad debe ser un medio de conversión para el enfermo y los que lo rodean. El sufrimiento es un medio de crecimiento espiritual.
Es muy temerario decir simple y llanamente: "DIOS no castiga". Es una generalización que puede ayudar en el adormecimiento de algunas conciencias. Si bien, esas conciencias de todos modos encontrarían pretextos para justificar una vida disipada, no les daré yo esos pretextos, por que yo tengo que ser coherente, y eso muchas veces no es tan fácil, pero es necesario para la salvación de mi Alma. Uno nunca se va solo al Cielo.

La Santísima Virgen en Fatima les encargó de comunicar a la humanidad su profunda aflicción ante la impiedad y la corrupción de los hombres. Si no se arrepienten, añadió Nuestra Señora, vendrá un terrible castigo.
En la aparición del 13 de julio de 1917, la Madre de Dios mostró el infierno a los tres videntes que entonces tenían diez, nueve y siete años de edad… Esta parte del mensaje de Fátima constituye la primera parte del mensaje.
La segunda parte —o el «segundo secreto»— concierne a la humanidad entera, que es sometida en esta tierra a una gran alternativa. La Virgen dijo a los tres niños que, si los hombres «no dejan de ofender a Dios», Él «va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre». Sin embargo —Ella dijo—, que para convertir a la humanidad, «Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón».
La tercera parte es la visión de un ángel blandiendo una espada de fuego que amenaza la tierra y grita con voz fuerte : “Penitencia, penitencia, penitencia!” Entonces el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos, hombres y mujeres de todas las condiciones atraviesan una gran ciudad medio en ruinas y suben una colina donde hay una gran cruz y, allí, ellos son martirizados. La sangre de los mártires es recogida por dos ángeles que irrigan las almas, que se aproximan a Dios.
Para evitar los castigos anunciados por la Santísima Virgen y apresurar la aurora bendita del triunfo del Corazón Inmaculado de María —que fue prometido por Ella— debemos recurrir a los medios indicados : une devoción más ferviente a la Madre de Dios, la penitencia, la práctica de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, la oración y particularmente el rezo del rosario.
Les recuerdo que el castigo se cumplió con la Segunda Guerra Mundial, la primera estaba en curso. Decir que Dios no castiga es decir que la Santísima Virgen Maria miente.