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San Agustín Contra los maniqueos modernos y otros herejes

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Maniqueísmo es el nombre que recibe la religión fundada por el persa Mani (o Manes) (c. 215-276), quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad. Según esto jesus fue un profeta solamente, enviado para purgar nuestras penas.
El maniqueismo Y el gnosticismo han cambiado de forma y nombre y han sobrevivido hasta nuestros días.

El maniqueísmo, doctrina de corte gnóstico niega la responsabilidad humana por los males cometidos, porque cree que no son producto de la libre voluntad, sino del dominio del mal sobre nuestra vida. De este modo cree en la predestinacion. De tal manera que, si estamos predestinados, de que nos preocupamos? Ya somos salvos.
Lo mismo que predican algunas herejías modernas.

Los grandes santos, padres de la iglesia, de los cuales san Pedro es la Piedra a quien jesus confió su iglesia y los apóstoles su clero y jerarquía, lucharon contra estas herejías gnósticas, con el testimonio de Jesús, tercera persona de la santísima trinidad, sobre todo san Pedro,-quien es negado por los maniqueos modernos- sobre quien San Agustín -quien perteneció a los maniqueos antes de convertirse- escribió:

Retractaciones (I 21,1)

“Dije en algún lugar, «a propósito del apóstol Pedro, que en él como en la piedra está fundada la Iglesia», sentido que muchos cantan con los versos del beatísimo Ambrosio, cuando dice del canto del gallo: «Al cantar el gallo, / él, piedra de la Iglesia, / llora su pecado».

Pero recuerdo haber expuesto después muchísimas veces aquello que dijo el Señor: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, de manera que se entendiese sobre ese a quien confesó Pedro cuando dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, como si Pedro, así llamado por esa piedra, representara la persona de la Iglesia, que es edificada sobre esa piedra, y que recibió las llaves del reino de los cielos. Porque no se le dijo: Tú eres la piedra, sino Tú eres Pedro. Puesto que la piedra era Cristo, a quien confesó Simón, así como lo confiesa toda la Iglesia, y fue llamado Pedro. De entre esas dos sentencias, que el lector elija la más probable”. Agustín de Hipona, Retractaciones, I, 21, 1 Obras completas de San Agustín, Tomo XL, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMXCV, p. 723-72

La misma sede de Pedro, Roma, es garantía de la apostolicidad y verdad de la Iglesia de Cristo (Contra la carta fundamental de los Maniqueos 4,5; Carta 53,2; 43,3,7).Reconoce que su autoridad es definitiva (Sermón 131,10). Pero además lo hace en su obra Agostino. Trapé, La Sedes Petri in S. Agostino, en Miscellanea A. Piolanti II, Lateranum, Nova Series, an. XXX (Roma 1964).

Separarse de Pedro y de Roma es, separarse de la Iglesia, y por eso afirma que los donatistas (cismáticos de la época) no tienen cátedra, por haberse separado de la de Pedro, «in qua una cathedra unitas ab om nibus servaretur»; ni poseen al “Ángel” del bautismo, unido también a otras cátedras auténticas; ni tienen al Espíritu Santo, que es espíritu de caridad; ni la fuente de agua viva, ni el sello de la santificación (Sancti Optati Afri Milevitani episcopi de schísmate donatistarum libri septem. I. III, cc. 6-8. Ed. Hurter : Sanctorum Patrum opuscula selecta, X Oeniponti, 1870). La posición de San Agustín a este respecto no era única sino compartida por la cristiandad, ya que siempre se consideró la ruptura con la iglesia local unida a la de Roma como una ruptura con la Iglesia universal, como lo sancionan los Concilios de Elvira (año 306, can.53), Arles (año 314, can.16), Nicea (año 325, can.5), Antioquía (año 341, can.5-6), Sárdica (año 343, can.13) (Mansi, 2,14; 2,473; 2,669-670; 2,1309-1312; 3,16-17).

“Eran muchos los apóstoles y sólo a uno se dice: Apacienta mis ovejas. ¡Lejos de nosotros decir que faltan ahora buenos pastores; lejos de nosotros el que falten, lejos de su misericordia el que no nos los produzca y establezca! En efecto, si hay buenas ovejas, hay también buenos pastores, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores. Pero todos los buenos pastores están en uno, son una sola cosa. Apacientan ellos, es Cristo quien apacienta. Los amigos del esposo no dicen que es su voz propia, sino que gozan de la voz del esposo. Por lo tanto, es él mismo quien apacienta cuando ellos apacientan. Dice: Soy yo quien apaciento; pues en ellos se halla la voz de él, en ellos su caridad. Al mismo Pedro a quien confiaba sus ovejas, como si fuera su «alter ego», quería hacerle una cosa sola consigo, para de este modo confiarle las ovejas. Porque así él sería la cabeza y mantendría la figura del cuerpo, es decir, de la Iglesia” San Agustín, Sermón 46,30 Obras completas de San Agustín, Tomo VII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXI, p. 647

“Si vamos a considerar el orden de los obispos que se van sucediendo, más cierta y consideradamente empezaremos a contar desde Pedro, figura de toda la Iglesia, a quien dijo el Señor: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán. A Pedro sucedieron Lino, Clemente, Anacleto, Evaristo, Sixto, Telesforo, Higinio, Aniceto, Pío, Sotero, Alejandro, Víctor, Ceferino, Calixto, Urbano, Pontiano, Antero, Fabián, Cornelio, Lucio, Esteban, Sixto, Dionisio, Félix, Eutiquiano, Cayo, Marcelo, Eusebio, Melquíades, Silvestre, Marco, Julio, Liberio, Dámaso, Siricio, Anastasio” San Agustín, Carta 53, A Generoso, 1,2-2 Obras completas de San Agustín, Tomo VIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXVI, p. 330-331

“Pedro, príncipe de los apóstoles” San Agustín, Carta 75, Jerónimo a Agustín, 3,6 Obras completas de San Agustín, Tomo VIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXVI, p. 455

“La misma confesión, hecha mucho más tarde por Pedro, mereció que le llamara bienaventurado y le diera las llaves del reino de los cielos” San Agustín, Sobre diversas cuestiones a Simpliciano, I,2,14 Obras completas de San Agustín, Tomo IX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLII, p. 101

“Pedro apóstol es tipo de la única Iglesia. Este Pedro, primero en el coro de los Apóstoles, siempre pronto en el amor de Cristo, con frecuencia responde él solo en nombre de todos. En fin, cuando el Señor Jesucristo preguntó quién decía la gente que él era, y los discípulos recogieron varias opiniones de los hombres, el Señor volvió a preguntar diciendo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Uno dio la respuesta por muchos, la unidad en la muchedumbre. Entonces le dijo el Señor: Bienaventurado eres, Simón Barjona, porque no te lo reveló la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Luego añadió: Y yo te digo, como si dijera: ya que tú me has dicho: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, también yo te digo: Tú eres Pedro. Porque antes se llamaba Simón; ese nombre, por el que le llamamos Pedro, le fue impuesto por el Señor, y eso para que en figura significase la Iglesia. Si Cristo es la piedra, Pedro es el pueblo cristiano. Piedra es el nombre principal; por eso Pedro viene de piedra, no piedra de Pedro, como Cristo no viene de cristiano, sino que el cristiano es llamado así por razón de Cristo. Por eso dijo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, que tú has confesado, sobre esta piedra, que has conocido, al decir: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia, esto es, sobre mí, el mismo Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Sobre mí te edificaré a ti, no me edificaré a mí sobre ti. No queriendo los hombres edificar sobre hombres, decían: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, esto es, Pedro. Y otros, que no querían ser edificados sobre Pedro, sino sobre la piedra, decían: Yo soy de Cristo. Cuando el apóstol Pablo vio que él era elegido y Cristo postergado, dijo: ¿Acaso fe ha dividido Cristo? ¿Acaso ha sido Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? Si no lo fuisteis en el nombre de Pablo, tampoco en el de Pedro, sino en el de Cristo; para que Pedro fuese edificado sobre la piedra, no la piedra sobre Pedro. Pedro fue llamado así por la piedra, representando el papel de la Iglesia, manteniendo el primado del apostolado” San Agustín, Sermón,76, Pedro Camina sobre las aguas, 1-3 Obras completas de San Agustín, Tomo X, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 392-393

“En un solo apóstol, en Pedro, primero y principal en el orden de los Apóstoles y que representaba a la Iglesia, había que significar los dos grupos, esto es, los fuertes y los débiles; porque sin ambos no hay Iglesia” San Agustín, Sermón,76, Pedro Camina sobre las aguas, 4 Obras completas de San Agustín, Tomo X, Biblioteca de Autores Cristianos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 395

“No sin causa hace Pedro las veces de la Iglesia católica entre todos los apóstoles. A esta Iglesia se le dieron las llaves del reino de los cielos cuando se le dieron a Pedro.” San Agustín, El combate cristiano, c.30 Obras completas de San Agustín, Tomo XII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLIV, p. 521

“Y lo lleva a Jesús. Jesús fija en él su mirada y le dice:, Tú eres Simón, hijo de Juan, y tú te llamarás Cefas, que significa Pedro. No es gran cosa que el Señor diga de quién es hijo éste. ¿Qué es grande para el Señor? Sabía los nombres de todos los santos que predestinó antes de la existencia del mundo, ¿y te causa extrañeza que le diga a un hombre: Tú eres hijo de tal y tú llevarás tal nombre? ¿Es gran cosa cambiarle el nombre y de Simón hacer Pedro? Pedro viene de piedra, y la piedra es la Iglesia. El nombre de Pedro es, pues, figura de la Iglesia. ¿Quién es el que está seguro sino el que construye sobre piedra?” San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 7,14 Obras completas de San Agustín, Tomo XIII, Biblioteca de Autor.

El designio de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ( 1 Tim 2,4). La elección universal de Dios trasciende toda distinción de pueblos y su misericordia se extiende a todos los que lo invocan (Rom 10,12-13). Por eso la predestinación a la salvación es universal, gratuita y eficaz.

Agustín profundizó en el tema de la predestinación, la predestinación es «la presciencia de Dios y la preparación de sus beneficios, mediante los cuales se salvan con seguridad todos los que son salvados» (De dorto perseverartiae 14,35), la gratuidad de la predilección divina por los elegidos y el amor de Dios a todos los hombres, posee una gracia que ningún corazón podría rechazar, pero increíblemente algunos la rechazan y Dios permite que se pierdan.

http://apolmundo.blogspot.com/2013/06/san-agustin-y-la-roca-de-mateo-1618.html

Por #bottegadivina

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