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La Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino volumen 1

PREGUNTA 17 — FALSENZA

1. ¿Hay falsedad en las cosas?
2. ¿Es en el sentido?
3. ¿Es ella inteligente?
4. La oposición entre verdad y falsedad.

Artículo 1: ¿Hay falsedad en las cosas?

Objeciones:

1
. Parece que no porque, dice San Agustín: “Si lo verdadero es lo que es, debemos concluir que lo falso no está en ninguna parte, a pesar de todas las objeciones. ”

2. Falsus (falso) viene de fallere (engañar). Pero las cosas no engañan; como dice San Agustín: “No muestran más que su apariencia. “De modo que lo falso no se encuentra en las cosas.

3. La verdad se dice de las cosas con referencia al entendimiento divino en que son imitación de él, como ya se ha dicho. Pero todo, por todo lo que es, imita a Dios. Entonces todo es verdad, sin nada falso. Y entonces no pasa nada.

En sentido contrario , escribe S. Agustín: “Todo cuerpo es verdadero cuerpo y falsa unidad”, por eso imita la unidad, pero no es unidad. Ahora bien, todo imita la bondad divina y se encuentra deficiente en relación con ella; luego, en todo hay algo de falso.

Respuesta:

Puesto que lo verdadero y lo falso son opuestos y los términos opuestos se refieren al mismo tema, es necesario buscar primero la falsedad allí donde se encuentra primero y principalmente la verdad, es decir, en la inteligencia. En las cosas no hay verdad ni falsedad, excepto en relación con la inteligencia. Como todo se nombra pura y simplemente según lo que le conviene por sí mismo, mientras que sólo se nombra en un determinado aspecto según lo que le conviene por accidente, bien podría decirse que una cosa es falsa pura y simplemente en referencia a lo que le conviene. inteligencia de la que depende y con la que es esencial estar en relación, pero en referencia a otra inteligencia con respecto a la cual sólo está en relación accidentalmente, no podría llamarse falsa sólo en un determinado aspecto.

Ahora bien, las cosas de la naturaleza dependen de la inteligencia divina, como las cosas artificiales dependen de la inteligencia humana. Por tanto, las cosas artificiales se dicen pura y simplemente, y en sí mismas, falsas en la medida en que no se ajustan a la idea del artista; por eso decimos de un artista que crea una obra falsa cuando no alcanza su objetivo.

Luego, en las cosas producidas por Dios no puede haber nada falso, si las consideramos en su relación con la inteligencia divina; porque todo lo que sucede en las cosas proviene de los designios de esta divina sabiduría. Quizás sólo haya una excepción con respecto a los agentes voluntarios. Tienen el poder de escapar del plan del intelecto divino, que constituye el “mal de culpa” o pecado; por lo que los pecados son llamados por las Escrituras errores, mentiras, como vemos en el Salmo (4:3): “¿Hasta cuándo amaréis la vanidad y seguiréis la mentira? Por el contrario, el acto virtuoso se llama “verdad de vida” como sumisión a las disposiciones de la inteligencia divina, según palabras de san Juan (3,21): “El que hace la verdad viene a la luz. Pero

en relación con nuestra inteligencia, a la que se refieren accidentalmente las cosas sobrenaturales, se puede decir que esto es falso, no absolutamente, sino bajo cierto aspecto. Y pueden ser de dos maneras. En primer lugar, como lo que nuestro entendimiento significa, de modo que llamamos falso en una cosa lo que decimos de ella o lo que representamos falsamente de ella. De este modo, se puede decir que todo es falso en cuanto a lo que no está en él, como si dijéramos, con Aristóteles, que la diagonal del cuadrado es una “falsedad conmensurable” o, con San Agustín, que un trágico es un “falso Héctor”. Y a la inversa, se puede decir que esto es cierto en lo que le conviene. En segundo lugar, como aquello que causa el conocimiento, y luego se dice que una cosa es falsa si es tal que provoca una opinión falsa sobre ella. Y como nos es natural juzgar las cosas por lo que vemos desde fuera, teniendo nuestro conocimiento su origen en los sentidos, y los sentidos teniendo como objeto propio y esencial los accidentes exteriores, por esta razón, que presenta, entre los exteriores, Los accidentes de las cosas, la apariencia de otras cosas, se llaman falsos en relación con estas cosas. Así, pues, la hiel es falsa miel y el estaño es falsa plata. Esto es lo que señala San Agustín cuando dice que llamamos falsas a aquellas cosas que nos parecen verdaderas. Y afirma el Filósofo que se dice que son falsas todas las cosas que pueden mostrarse como no son o como no son. De la misma manera, también el hombre puede ser llamado falso si ama las opiniones falsas y el lenguaje falso, pero no si es capaz de imaginarlas, pues en este caso los doctos y los sabios podrían ser llamados falsos, señala Aristóteles.

Soluciones:

1
. Lo que se llama inteligencia se dice verdadero según lo que es y falso según lo que no es. También San Agustín advierte que es un verdadero trágico el que es un falso Héctor. Luego, en las cosas que son, hay un cierto aspecto en que son falsas.

2 . Las cosas no engañan por sí solas, sino por accidente. Porque dan ocasión a la falsedad al revestirse de la semejanza de cosas cuya realidad no tienen.

3 . No es por referencia al intelecto divino que se dice que las cosas son falsas; entonces lo serían pura y simplemente, sino por referencia a nuestra inteligencia, es decir, secundariamente.

4 . En respuesta a lo expuesto al contrario, hay que decir que una imagen o representación deficiente sólo toma la forma de falsedad si da lugar a una opinión falsa. Por lo tanto, no podemos decir que hay falsedad allí donde hay similitud, sino más bien cuando la similitud es tal que puede dar lugar a una opinión falsa, no en todos, pero sí en la mayoría.

Artículo 2 — ¿Es la falsedad en el sentido?

Objeciones:

1.
No parece haber falsedad en el significado. Porque San Agustín escribe: “Si todos los sentidos corporales transmiten su impresión tal como es, no veo qué más deberíamos exigir. ”Parece, pues, que los sentidos no nos engañan. Entonces la falsedad no se encuentra en el significado.

2 . El Filósofo afirma: “La falsedad no es propiedad del sentido, sino de la imaginación. ”

3 . En lo incomplejo no hay ni verdadero ni falso, sino sólo en las combinaciones de conceptos. Pero componer y dividir no es competencia del significado. Entonces la falsedad no se encuentra en el significado.

Por el contrario , escribe San Agustín: “En el ejercicio de todos nuestros sentidos, a veces nos encontramos engañados por la seducción de una semejanza. "

Respuesta :

La falsedad sólo debe buscarse en el significado del mismo modo en que se encuentra allí la verdad. Ahora bien, la verdad no existe en el sentido de que conozca la verdad, sino sólo en el sentido de que tiene una aprehensión verdadera de los objetos sensibles, como hemos dicho. Y esto proviene del hecho de que aprehende las cosas tal como son. Por lo tanto, si sucede que el significado es falso, esto se debe a que percibe o juzga las cosas de manera diferente a cómo son. Ahora bien, respecto al conocimiento de las cosas, el sentido se comporta según si en él hay semejanza de las cosas. Pero la semejanza de una cosa en el sentido se da de tres maneras diferentes. En primer lugar y por sí mismo: así la semejanza del color en la vista y, en general, en la de los sentidos propiamente dichos. En segundo lugar por sí mismo, pero no en primer lugar: así, a la vista, la similitud de tamaño, configuración y otros sentidos comunes. En tercer lugar, ni primero ni por sí mismo, sino por accidente: así, a la vista hay semejanza de un hombre, no en cuanto es hombre, sino en cuanto sucede que este color es un hombre.

Respecto a los sentidos propiamente dichos, el sentido no tiene conocimiento falso, salvo por accidente y en pocos casos; porque esto proviene de una mala disposición del órgano, que recibe mal la forma sensible, así como otros enfermos, cuando están mal dispuestos, reciben defectuosamente la forma que sus agentes les imprimen. Por eso ciertos pacientes, cuya lengua está en mal estado, encuentran amargas las cosas dulces.

Pero, respecto de los sentidos comunes o de los sentidos por accidente, puede haber un juicio falso, incluso en el sentido bien dispuesto, porque el sentido no se ordena a estos objetos directamente, sino por accidente o consecutivamente a su ordenación hacia el objeto propio. .

Soluciones:

1.
“La impresión que afecta al sentido” es el sentimiento mismo. Del hecho de que los sentidos transmiten sus impresiones tal como son, se sigue que no nos engañamos en cuanto al juicio por el cual creemos sentir algo. Pero como el sentido a veces se afecta de otro modo que la cosa es, se sigue que a veces nos indica esta cosa de otra manera que lo que es. Entonces nuestros sentidos nos engañan acerca de la cosa, no acerca del sentimiento.

2.Se dice que el error no es propio del sentido porque no se equivoca respecto de su objeto propio; esto es lo que vemos más claramente en esta otra traducción: “La percepción de lo sensible nunca es falsa. ” En cuanto a la imaginación, se le atribuye error en el sentido de que representa la imagen de la cosa, incluso ausente, de modo que, si el sujeto considera esta imagen de la cosa como la cosa misma, es de tal consideración de que surge el error. Esto es lo que hace decir al Filósofo que las sombras, las pinturas y los sueños se llaman falsos porque las cosas a las que se parecen no están.

3 . Esta razón prueba que el error no es en el sentido de aquel que conoce lo verdadero y lo falso.

Artículo 3: ¿Está la falsedad en la inteligencia?

Objeciones:

1.
Parece que la falsedad no está en la inteligencia. En efecto, escribe San Agustín: “Quien yerra no capta con la inteligencia aquello en lo que se equivoca. Ahora bien, decir que el conocimiento es falso es decir que estamos engañados por él. Por tanto, en la inteligencia no hay error.

2 . El Filósofo dijo: “La inteligencia es siempre recta. “Por tanto, no hay falsedad en la inteligencia.

Por el contrario , escribe el Filósofo: “Donde hay combinaciones de conceptos, hay verdadero y falso. Pero las combinaciones de conceptos se encuentran en la inteligencia. Así, lo verdadero y lo falso se encuentran en la inteligencia.

Respuesta:

Así como cada cosa tiene el ser por su propia forma, así la facultad cognoscitiva la conoce por la propia semejanza de la cosa conocida. Pero a una cosa de la naturaleza no le falta el ser que tiene por su forma, aunque puede que le falten ciertos seres que son accidentales o incluso consecuentes de su forma. De la misma manera al hombre le puede faltar tener dos pies, pero no ser hombre. Así, una facultad cognoscitiva no deja de conocer aquello cuya semejanza la informa; por otro lado, puede que le falte algo que sea consecuencial o accidental. Es como la vista, de la que hemos dicho que nunca se engaña respecto de sus propios sensibles, sino que puede engañarse respecto de los sensibles comunes que son consecutivos a los sensibles propios, y respecto de los sensibles por. accidente.

Ahora bien, así como el sentido se informa directamente de la semejanza de los sentidos específicos, el entendimiento se informa directamente de la semejanza de la quiddidad de la cosa. Además, el intelecto no se equivoca más respecto de la quididad que el sentido respecto de sus propios sentidos. Pero cuando compone o divide conceptos, puede cometer un error al atribuir a la realidad cuya esencia ha captado algo que no es consecutivo a esta quididad, o incluso que se opone a ella. Pues es entonces con el entendimiento que juzga estas cosas como con el sentido que juzga los sentidos comunes o accidentales. Con esta diferencia, sin embargo, de acuerdo con lo dicho anteriormente al hablar de la verdad, que la falsedad puede estar en el entendimiento no sólo en que el conocimiento de este entendimiento es falso, sino en que el entendimiento la conoce como conoce la verdad. . En el sentido contrario, la falsedad no es tan conocida como hemos dicho.

Pero, como la falsedad de la inteligencia sólo se encuentra en la operación por la que compone conceptos, en aquella por la que conoce la quididad, la falsedad puede encontrarse por accidente, cuando es una composición de conceptos. Esto puede suceder de dos maneras. Según la primera, la inteligencia atribuye la definición de una cosa a otra, como si atribuyéramos al hombre la definición del círculo. Entonces la definición de uno es incorrecta para el otro. O, en caso contrario, la inteligencia compone, como partes de una definición, notas inteligibles que no son conciliables. En este caso, la definición no sólo es errónea respecto de una determinada cosa, sino en sí misma. Por ejemplo, si el intelecto construye esta definición: “Animal cuadrúpedo razonable”, el intelecto es falso en esta definición, porque es falso al construir esta proposición: “Un animal razonable es cuadrúpedo. Y por eso, en el acto de conocer las esencias simples, el intelecto no puede ser falso, sino que o es verdadero o no sabe nada en absoluto.

Soluciones:

1.
Siendo la esencia de la cosa el objeto propio de la inteligencia, conocemos propiamente una cosa cuando, reduciéndola a su esencia, la juzgamos según lo que es, como sucede en las demostraciones que son irreprochables. Así debemos entender las palabras de San Agustín, para quien quien se equivoca no capta por inteligencia en qué se equivoca y no en el sentido de que nunca nos equivocamos por una operación intelectual.

2. La inteligencia siempre tiene razón, si por “inteligencia” entendemos la captación de los primeros principios: no es con respecto a ellos, en efecto, que el intelecto se extravía, por la misma razón que no se extravía con respecto a la quididad. Pues los principios inmediatamente conocidos son aquellos que se conocen tan pronto como sus términos son captados por el intelecto, estando incluido su predicado en la definición del sujeto.

Artículo 4 - La oposición entre verdad y falsedad

Objeciones:

1
. Parece que lo verdadero y lo falso no son opuestos. De hecho, se oponen como lo que es y lo que no es, porque “lo verdadero es lo que es”, dice San Agustín. Ahora bien, lo que es y lo que no es no se oponen como opuestos. Entonces lo verdadero y lo falso no son opuestos.

2 . Un contrario no puede existir en su opuesto; pero lo falso está en lo verdadero ya que, según San Agustín, “un trágico no podría ser un falso Héctor, si no fuera un verdadero trágico”.

3. En Dios no hay contradicción, porque nada es contrario a la sustancia divina, según San Agustín. Ahora bien, lo falso se opone a Dios, porque en la Escritura un ídolo se llama mentira ya que, a estas palabras de Jeremías (8, 5): “Se aferran fuertemente a la mentira”, añade la Glosa: “C 'es decir al ídolo. “Por tanto, lo verdadero y lo falso no son contrarios.

En sentido contrario , el Filósofo cree que una opinión falsa es lo contrario de una verdadera.

Respuesta:

Lo verdadero y lo falso se oponen como opuestos, y no como afirmación y negación, como algunos han afirmado. Para convencernos de esto, debemos observar que la negación no dice nada positivo y no implica un sujeto específico, por lo que se puede decir tanto del ser como del no ser, como no ver, no estar sentado. La privación tampoco dice nada positivo, pero implica un sujeto específico, porque es, dice Aristóteles, una negación en un sujeto: sólo podemos llamar ciego a un sujeto a quien por naturaleza le conviene ver. En cuanto al “contrario”, dice algo positivo y, al mismo tiempo, implica un tema específico: así el negro es una determinada especie de color. Ahora bien, lo falso pone algo, porque lo falso proviene, dice Aristóteles, de lo que decimos o creemos que algo es, cuando no es; o no lo es, mientras lo es. Así como, en efecto, hablar de verdad es emitir un juicio coherente con lo que así es, hablar de mentira es emitir un juicio que no se ajusta a ella. Por tanto, es obvio que la verdad y la falsedad son opuestas.

Soluciones:

1
. Lo que hay en las cosas es la verdad de la cosa, pero en lo que consiste el ser en ser conocido es la verdad de la inteligencia, en la que primero se encuentra la verdad. Luego también es falso lo que no es captado por la inteligencia. Entre la aprehensión del ser y la del no ser hay contradicción. También el filósofo prueba que esta afirmación: “El bien es bueno”, y esta otra: “El bien no es bueno”, son dos afirmaciones contrarias.

2 . La falsedad no se funda en la verdad que le es contraria (como tampoco el mal en el bien que le es contrario), sino en la verdad que es su sujeto. La razón es, en ambos casos, que la verdad y el bien son trascendentales, convertibles con los seres. Además, así como toda privación se fundamenta en un sujeto que es un ser, así todo mal se fundamenta en algún bien, y toda falsedad en alguna verdad.

3. Como los contrarios y los términos opuestos por vía de privación se refieren naturalmente al mismo sujeto, se sigue que nada es contrario a Dios si lo consideramos tal como es en sí mismo, o según su bondad, o según su verdad (porque en su inteligencia no puede haber error). Pero en la mente que lo aprehende, Dios tiene un opuesto, porque una opinión verdadera sobre Él tiene como opuesto una opinión falsa. Y por eso a los ídolos se les llama mentiras opuestas a la verdad divina: es decir, la opinión falsa que se tiene de los ídolos es contraria a la opinión verdadera sobre la unidad de Dios.
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